También conocido como: artritis postinfecciosa
¿En qué consiste?
La artritis reactiva forma parte de las denominadas enfermedades autoinmunes y suele derivar de una reacción del organismo a consecuencia de una infección. Se trata de una artritis inflamatoria no muy frecuente y dolorosa, que afecta a talones, dedos de manos y pies, parte baja de la espalda y articulaciones, como rodillas o tobillos. Se asocia a inflamación de la uretra, de los ojos y a veces de las membranas mucosas y de la piel.
La infección que más comúnmente desencadena una artritis postinfecciosa es la infección por Chlamydia trachomatis. También puede ser consecuencia de enfermedades de transmisión sexual (ETS), así como de ciertas infecciones intestinales. Entre los patógenos intestinales más comunes se encuentran Campylobacter, Shigella, Salmonella y Yersinia, que por otra parte, pueden existir en los alimentos contaminados.
No todas las personas que contraen estas infecciones desarrollan posteriormente una artritis reactiva. Los factores de riesgo para desarrollarla incluyen el sexo y una cierta predisposición genética. La artritis postinfecciosa es más frecuente en varones entre los 20 y 50 años de edad; sin embargo, también puede darse en mujeres. Algunas personas presentan mayor riesgo por ser HLA-B27 positivas, es decir, tienen una proteína HLA (por sus siglas en inglés, human leukocyte antigen) específica en la superficie de las células. HLA-B27 se emplea también para referirse al gen que codifica para la síntesis de la proteína HLA-B27. Se estima que aproximadamente entre 65 - 95% de las personas afectas de artritis reactiva tiene un resultado positivo para HLA-B27. Es posible ser HLA-B27 negativo y padecer igualmente una artritis reactiva; es posible que existan otros factores genéticos.
Acerca de la artritis reactiva
Síntomas
Los síntomas de una artritis reactiva pueden aparecer entre 2 y 6 semanas después de una infección, pueden persistir entre 3 y 12 meses y ser de intensidad variable. Los primeros en aparecer suelen ser los síntomas urinarios, seguidos de fiebre, síntomas oculares y finalmente los propios de una artritis. Sin embargo, no puede generalizarse y no todas las personas presentan todos los síntomas ni aparecen siempre en el orden citado.
- Uretritis: consiste en la inflamación de la uretra o conducto por el que la orina se vierte desde la vejiga urinaria hacia el exterior. Suele observarse una secreción en el pene o en el área vaginal y ocasiona dolor o sensación de quemazón al orinar. En los varones puede existir inflamación de la próstata (prostatitis) y en las mujeres inflamación del cuello o cérvix uterino (cervicitis); en las mujeres a menudo no existe uretritis.
- Conjuntivitis o uveítis: la primera consiste en una inflamación de la membrana que reviste el globo ocular y el interior de los párpados, y la segunda en una inflamación de la membrana que reviste el interior del globo ocular. La conjuntivitis causa picor y enrojecimiento, mientras que la uveítis es más grave y causa dolor, visión borrosa, sensibilidad a la luz y también enrojecimiento ocular.
- Artritis: aparece enrojecimiento, dolor e hinchazón articular, característicamente en rodillas, tobillos y pies. A menudo produce dolor en el talón y en los dedos de manos y pies (que se hinchan). Se asocia a dolor en nalgas y parte inferior de la espalda. Puede ocasionar espondilitis (inflamación de las articulaciones de la columna vertebral).
La artritis reactiva también puede asociarse a signos y síntomas cutáneos, como úlceras orales, erosiones y erupciones en palmas de las manos y plantas de los pies, y lesiones indoloras en el pene.
Pruebas de laboratorio
El diagnóstico de artritis reactiva se establece en base a los signos y síntomas, a la historia clínica y la exploración física. Algunas pruebas de laboratorio pueden resultar útiles:
- Antígeno HLA-B27: para detectar una proteína específica hallada en la superficie de las células; si el resultado es positivo, existe un mayor riesgo de desarrollar ciertas enfermedades autoinmunes, entre las cuales se encuentra la artritis reactiva.
- Velocidad de sedimentación globular (VSG): para detectar inflamación; aumenta en la artritis reactiva, así como en muchas otras situaciones.
- Proteína C reactiva (PCR): para detectar inflamación; aumenta en la artritis reactiva, así como en muchas otras situaciones.
El médico también puede solicitar otras pruebas para intentar identificar la infección que ha desencadenado la reacción, como por ejemplo:
- Análisis del líquido sinovial: para detectar una infección en la articulación.
- Clamidia: para detectar una posible infección producida por la bacteria Chlamydia trachomatis; en el caso de obtener un resultado positivo, un tratamiento precoz puede reducir la progresión de la artritis.
- Cultivo de heces: para detectar Salmonella, Shigella, Campylobacter, E. coli o Yersinia.
- Pruebas para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH): para determinar si la persona es VIH-positivo; no obstante, la artritis reactiva se relaciona más bien con otras infecciones que pueden desarrollar las personas VIH-positivas más que con la propia infección por el VIH.
Pueden solicitarse otras pruebas para descartar diferentes posibles causas productoras de los signos y síntomas:
- Factor reumatoide (FR): para descartar otras enfermedades, como artritis reumatoide; el resultado en la artritis reactiva será en principio negativo.
- Anticuerpos antinucleares (ANA): para descartar enfermedades, como el lupus eritematoso sistémico.
Entre las pruebas ajenas al laboratorio se incluyen radiografías, que pueden resultar útiles para evaluar si existe lesión o inflamación articular, o para descartar otros tipos de artritis.
Tratamiento
El tratamiento de la artritis reactiva supone tratar la enfermedad subyacente con antibióticos y añadir fármacos, como ibuprofeno y acetaminofeno, para aliviar los síntomas.
Se pueden inyectar corticosteroides en las articulaciones inflamadas; ocasionalmente se drena el líquido que haya podido acumularse en la articulación afectada. Si la afectación es grave y se prolonga más de un par de meses, se puede considerar la prescripción de fármacos antireumáticos modificadores de la enfermedad, como sulfasalazina o metotrexato. También pueden resultar efectivos los inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF).
Para las lesiones cutáneas resultan útiles los corticosteroides tópicos.
A menudo, al inicio, para calmar el dolor es necesario guardar reposo. La fisioterapia es útil para garantizar la conservación de la amplitud de los movimientos articulares.
Enlaces
Pruebas relacionadas:
Velocidad de sedimentación globular (VSG)
Proteína C reactiva (PCR)
Estados fisiológicos y enfermedades:
Enfermedades de trasmisión sexual (ETS)
En otras webs:
Familydoctor: Artritis reactiva
Spondylitis Association of America: Overview of Reactive Arthritis