También conocido como: OA, enfermedad articular degenerativa, osteoartrosis
¿En qué consiste?
La osteoartritis (OA) es la forma más frecuente de artritis. También se la conoce como enfermedad articular degenerativa y se asocia a lesiones articulares y al envejecimiento (desgaste articular). Las articulaciones que más se afectan en la OA son caderas, rodillas y columna vertebral (cuello y parte baja de la espalda), así como los dedos.
La osteoartritis es una enfermedad crónica que causa degeneración articular y formación de nuevo hueso (espolones óseos) en los bordes de las articulaciones. El cartílago y el líquido sinovial tienen como objetivo la disminución de la fricción entre los huesos, por lo que su desgaste o pérdida de elasticidad conduce a un movimiento articular menos suave y a un posible contacto entre los extremos de los huesos que pueden provocar dolor, tanto intermitente como crónico, rigidez matutina y después de haber estado en reposo, y desgarro de pequeños fragmentos de hueso o cartílago hacia el líquido sinovial que pueden bloquear la articulación. Esto se traduce por una pérdida de coordinación de los movimientos, de la postura y de la movilidad.
Es raro que la osteoartritis aparezca antes de los 40 años de edad. La osteoartritis puede aparecer en hombres y mujeres, aunque en los varones suele aparecer antes de los 45 años y en las mujeres pasada esa edad. Si se considera globalmente, las personas en las que se desarrolla con mayor frecuencia la OA son mujeres, y especialmente si son mayores. Se cree que puede ser debido a la pérdida hormonal durante la menopausia aunque no se sabe exactamente el porqué, o a un mayor estrés de las rodillas por la conformación más ancha de la cadera de las mujeres.
También es típica de los deportistas que han sufrido varias lesiones articulares. La causa primaria es mecánica, por ejemplo, por el daño en la articulación al correr o por actividades en las que se soporta un exceso de peso. Los corredores no profesionales son más propensos a padecer OA de la cadera y menos propensos a padecer osteoartritis de la rodilla, mientras que los profesionales presentan mayor riesgo de OA, tanto en cadera como en rodillas. No obstante, cualquier agresión importante al hueso, articulación, tendones o ligamentos (por ejemplo, el ligamento cruzado anterior, desgarros del menisco) puede hacer aumentar el riesgo de desarrollar OA. Los movimientos repetitivos o actividades en las que se soporta mucho peso, como ocurre en algunas profesiones o con algunas actividades de ocio, también contribuyen al desarrollo de una OA.
Más raramente, la osteoartritis puede ser de origen metabólico, genético o químico. En algunos estudios se ha observado que hasta un 50% de los casos de OA en manos y caderas pueden atribuirse a una historia familiar de OA. Afecciones musculares o malas alineaciones anatómicas (por ejemplo, en las personas patizambas) pueden aumentar el riesgo de OA.
Se estima que en el año 2020, los casos de osteoartritis se habrán doblado respecto a lo que se observa actualmente. La causa radica en una mayor longevidad de la población y en la prevalencia de la obesidad. Un peso corporal aumentado puede suponer un estrés para las rodillas; se debe recordar que al realizar una zancada, recae sobre las rodillas un peso equivalente a entre tres y seis veces el peso corporal. Un exceso de peso no hace más que exacerbar este estrés sobre la articulación, aumentando el riesgo de que se produzca OA en el área en cuestión.
Acerca de la osteoartritis
Pruebas relacionadas
El objetivo de estas pruebas es diagnosticar la osteoartritis (OA), distinguirla de otras formas de artritis que también producen dolor articular y rigidez, y monitorizar los efectos del tratamiento.
Pruebas de laboratorio
No existen pruebas de laboratorio específicas para diagnosticar la osteoartritis (OA). El diagnóstico se basa en la historia clínica personal y familiar, en el examen físico, la radiología y, en algunos casos, el examen del líquido sinovial de la articulación afectada. Entre las pruebas de laboratorio usadas para descartar otras enfermedades y evaluar al afectado están:
- Factor reumatoide (FR) y anticuerpo antipéptido cíclico citrulinado (CCP): para ayudar a establecer el diagnóstico de la artritis reumatoide y poder diferenciarla así de la OA.
- Análisis del líquido sinovial: para evaluar si existe infección y detectar si existen cristales de urato monosódico (ácido úrico) que podrían provocar gota, o de pirofosfato cálcico que podrían contribuir a la lesión articular en la OA.
- Velocidad de sedimentación globular (VSG): para detectar la inflamación. La VSG aumenta en la artritis reumatoide, pero no en la OA.
- Proteína C reactiva (PCR): para detectar inflamación y determinar la actividad de la enfermedad; se utiliza para diferenciar la OA de la artritis reumatoide, ya que un valor elevado es más típico de la artritis reumatoide.
- Hemograma: para el estudio de los glóbulos rojos (hematíes), glóbulos blancos (leucocitos) y la hemoglobina; se puede usar para monitorizar el efecto de algunos tratamientos contra la OA.
- Perfil metabólico: conjunto de pruebas útiles para estudiar la función renal y hepática, entre otras.
Otras pruebas diagnósticas (ajenas al laboratorio)
- Radiología de las articulaciones afectadas: se puede ver la pérdida de cartílago, espolones óseos y la reducción del espacio articular, aunque en las fases iniciales de la enfermedad no se verán cambios significativos.
- RM (resonancia magnética): también se usa para estudiar las articulaciones afectadas.
Tratamiento
El objetivo del tratamiento en la osteoartritis (OA) se centra en disminuir el dolor, mantener y mejorar la movilidad de la articulación y enlentecer su desgaste. La OA no se puede curar, pero la combinación de distintos tratamientos puede resultar muy útil para aliviar el dolor y mejorar la función articular. El ejercicio es una de las mejores terapias para la OA y en las personas con sobrepeso es importante intentar reducirlo. También se utilizan tratamientos no farmacológicos como masajes y alternar el frío y el calor.
Son diversos los medicamentos que alivian el dolor. El acetaminofeno o paracetamol es un fármaco que puede adquirirse sin receta médica y que se recomienda habitualmente para aliviar el dolor. Otros fármacos empleados para combatir el dolor son los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), como ibuprofeno, ketoprofeno y naproxeno; los inhibidores de la COX-2 como el celecoxib que actúa al mismo nivel que los AINE pero se tolera mejor; y también los esteroides como la cortisona, que se inyectan directamente en la articulación para disminuir el dolor.
A veces se inyecta también fluido articular artificial, por ejemplo en las rodillas. Con las intervenciones quirúrgicas se pretende reparar las articulaciones lesionadas y en los casos más graves, se puede reemplazar la articulación afectada con una prótesis.
Muchos de los tratamientos expuestos presentan riesgos y efectos secundarios, por lo que se tendrá que sopesar con el médico los beneficios y los riesgos de estos tratamientos. Los investigadores continúan examinando otros medicamentos que podrían ser útiles para prevenir, retrasar o revertir el daño articular, y para controlar el dolor.
Enlaces
Pruebas relacionadas:
Anticuerpo antipéptido cíclico citrulinado
Velocidad de sedimentación globular
Estados fisiológicos y enfermedades:
En otras webs:
Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel (NIH): Osteoartritis
American College of Rheumatology (ACR): Osteoartritis
OrthoInfo. American Academy of Orthopaedic Surgeons: Osteoartritis de rodilla (Knee Osteoarthritis)