Antibiograma

3/11/2019

También conocido como: pruebas de sensibilidad, pruebas de resistencia microbiana a fármacos, pruebas de susceptibilidad microbiana, cultivo y sensibilidad

Nombre sistemático: antibiograma

Aspectos generales

¿Por qué hacer el análisis?

Se trata de un análisis fundamental para guiar el tratamiento de infecciones bacterianas o fúngicas. Permite determinar la probabilidad de que un agente antimicrobiano o antifúngico determinado sea capaz de contrarrestar el crecimiento bacteriano o fúngico que ocasiona la infección, permitiendo seleccionar el antibiótico adecuado y optimizar el tratamiento.

¿Cuándo hacer el análisis?

Después de obtenerse un resultado positivo a un cultivo de bacterias o de hongos; si se tiene una infección y se han aislado en un cultivo uno o varios tipos de bacterias u hongos, a partir de una muestra obtenida del lugar en el que sospecha que se ubica la infección. Se realiza habitualmente en casos de infecciones graves o recurrentes, cuando se sospecha resistencia bacteriana, tras fallos en tratamientos empíricos, en pacientes vulnerables como los inmunodeprimidos, y para prevenir infecciones nosocomiales.

¿Qué muestra se requiere?

Una muestra obtenida a partir del foco infeccioso que se cultiva de manera específica para determinar la bacteria u hongo causante de la infección. Por ejemplo, puede ser una muestra de sangre, orina, esputo, secreción de una herida, líquido cefalorraquídeo, o cualquier otro fluido corporal o tejido donde se sospeche la presencia de la bacteria. El método de obtención de la muestra dependerá del tipo de infección que sea (por ejemplo: urocultivo, hemocultivo, cultivo de esputo, etc...).

¿Es necesario algún tipo de preparación previa?

Para esta prueba no se necesita ninguna preparación especial. Se debe informar al médico sobre el uso de antibióticos recientes, ya que esto podría afectar los resultados del análisis.

¿Qué es lo que se analiza?

Se emplea el término sensibilidad microbiana (antibiograma) para describir aquella situación en la que los microorganismos, como bacterias u hongos, no son capaces de crecer en presencia de uno o varios fármacos antimicrobianos. El antibiograma se realiza para bacterias y hongos, una vez se sabe que estos microorganismos son los responsables de una infección mediante el cultivo correspondiente. La prueba determina la eficacia de un agente antimicrobiano frente al microorganismo que ocasiona la infección, y/o determina si el microorganismo ha desarrollado resistencia a ciertos antibióticos. Los resultados de esta prueba son útiles para seleccionar el fármaco o la combinación de fármacos que sean más efectivos para tratar la infección.

Las bacterias y los hongos pueden desarrollar siempre una resistencia a agentes antimicrobianos y por este motivo, antibióticos que se habían empleado para matarlos o inhibir su crecimiento, pueden dejar de ser efectivos. (Si desea más información acerca de los cultivos, consulte las pruebas hemocultivo, urocultivo, cultivo de heces, cultivo de heridas, cultivo de micobacterias, cultivo faringoamigdalar y cultivo de esputo).

A pesar de que los virus también son microorganismos, el estudio de la sensibilidad de los mismos a agentes antivíricos se realiza en menor medida y además se realiza de una forma diferente. El antibiograma solamente se refiere al estudio de la sensibilidad a fármacos de bacterias y hongos.

Cuando se realiza el cultivo, los patógenos (si es que existen), son aislados (separados del resto de microorganismos presentes), e identificados mediante pruebas bioquímicas, enzimáticas o moleculares. Una vez identificados, se plantea la necesidad de realizar o no un antibiograma. Los antibiogramas no se realizan en todos los casos, porque hay ciertos agentes patógenos que responden bien a tratamientos estándares bien establecidos; un ejemplo de ello sería la faringoamigdalitis estreptocócica, infección causada por Streptococcus pyogenes (también conocido como estreptococo del grupo A) que puede tratarse con ampicilina.

El antibiograma se realiza para cada tipo de bacteria u hongo que pueda ser la causa de infección y cuya susceptibilidad o sensibilidad al tratamiento no se conozca. Se evalúa cada uno de los agentes patógenos por separado, determinando la capacidad de los antimicrobianos para inhibir su crecimiento. Esto se consigue incubando simultáneamente el microorganismo y el antibiótico en un medio con nutrientes en un tubo de ensayo o en una placa de agar, observando posteriormente el efecto del antibiótico sobre el crecimiento de la bacteria. También se puede determinar mediante la detección de algún gen que esté relacionado con la resistencia antibiótica.  

Preguntas comunes

¿Cómo se utiliza?

El antibiograma se utiliza para determinar qué agente antimicrobiano será capaz de inhibir el crecimiento de bacterias u hongos causantes de la infección. Los resultados de esta prueba ayudaran al médico a establecer el tratamiento más efectivo frente a la infección.

Algunas infecciones requieren la realización del antibiograma, porque las bacterias u hongos que se aíslan a partir del foco infeccioso presentan una susceptibilidad impredecible a los antibióticos normalmente empleados. Algunos ejemplos son los estafilococos y la Pseudomona aeruginosa.

A veces, se pueden aislar a partir de un único foco infeccioso varios microorganismos y en estos casos el antibiograma determinará el antibiótico o la combinación de antibióticos más efectiva para tratar la infección causada por diferentes tipos de bacterias. Este podría ser el caso, por ejemplo, de los cultivos de heridas infectadas.

¿Cuándo se solicita?

El antibiograma suele solicitarse al mismo tiempo que el cultivo, ya sea de sangre, orina, líquido biológico o de una herida. Sin embargo, el antibiograma se realiza normalmente cuando los resultados del cultivo son positivos para uno o varios microorganismos. También puede solicitarse un antibiograma si la infección no responde al tratamiento, para averiguar si el patógeno ha desarrollado resistencias y para conocer qué agente antimicrobiano resultará más eficaz para combatir la infección.

¿Qué significa el resultado?

Los resultados de esta prueba suelen informarse como:

  • Sensible: es probable, aunque no garantizado totalmente, que el fármaco es capaz de inhibir al microorganismo patógeno; puede ser una elección apropiada para el tratamiento.
  • Intermedio: el fármaco puede ser efectivo a elevadas dosis o con dosificaciones más frecuentes, o efectivo solamente en algunas zonas del organismo en las que el antibiótico penetra fácilmente alcanzando concentraciones adecuadas.
  • Resistente: el fármaco no es efectivo para inhibir el crecimiento del microorganismo; no es un fármaco de elección para el tratamiento.

Estas categorías se basan en la concentración mínima inhibidora (CMI) expresada en miligramos por microlitro (mg/µL); la CMI se corresponde con la dilución más alta (menor concentración) de antibiótico efectiva para inhibir el crecimiento del microorganismo. A pesar de que esta es una opción para expresar los resultados, el laboratorio incluye a menudo una interpretación de la significación de los resultados (sensible, intermedio o resistente).
Si en el cultivo se ha identificado más de un microorganismo, el informe del laboratorio incluirá los resultados para cada uno de ellos.
El médico escogerá uno de los fármacos antimicrobianos de la lista que fueron clasificados como sensibles. En el caso de que no exista ninguna opción entre la categoría de sensibles o que el paciente sea alérgico, el médico puede seleccionar uno de la categoría de los intermedios. Esto puede significar una mayor dosis de antimicrobiano, pudiendo dar lugar a una mayor duración del tratamiento y a un mayor riesgo de efectos secundarios relacionados con el fármaco en cuestión.
Un patógeno puede ser resistente a todos los antimicrobianos utilizados normalmente para el tratamiento de este tipo de infección. En este caso, el médico puede prescribir una combinación de antibióticos que actúen conjuntamente para inhibir la bacteria cuando ninguno de ellos es efectivo por sí solo. Sin embargo, estos tipos de tratamientos pueden ser más caros, y en algunas ocasiones deben administrarse por vía intravenosa durante largos períodos de tiempo. Algunas infecciones debidas a bacterias resistentes pueden llegar a ser muy difíciles de tratar y resolver.

¿Hay algo más que debería saber?

Es importante obtener la muestra para cultivo y susceptibilidad a los antibióticos (antibiograma) antes de iniciar cualquier tratamiento antibiótico, excepto si el antibiograma se utiliza para monitorizar la eficacia del tratamiento.

¿Cuánto se tarda en obtener los resultados del antibiograma?

Normalmente los resultados de los cultivos no se obtienen hasta unas 24-48 horas después de haber sembrado la muestra. En el caso de los cultivos para hongos y para las micobacterias causantes de la tuberculosis se requiere mucho más tiempo, entre 6 y 8 semanas. Las pruebas de sensibilidad requieren una incubación de 18-24 horas para poder obtener el resultado del antibiograma. Existen unas pruebas comercializadas que permiten determinar la susceptibilidad a los antibióticos de manera rápida, obteniéndose resultados en menos de 24 horas. Las pruebas moleculares para detectar la resistencia a través de determinados genes tardan varios días.

El tiempo de obtención de los resultados es un factor clave y limitante en este tipo de pruebas. Por ello, actualmente se están desarrollando nuevas técnicas que permitan obtener el antibiograma en el menor tiempo posible.

¿Es posible que el médico prescriba un antibiótico sin realizar o antes de realizar un cultivo?

Sí. En algunas situaciones el médico ya optará por un fármaco mientras se está realizando el cultivo; en otros casos, su experiencia le permitirá incluso prescribir el fármaco sin solicitar el cultivo. A pesar de que es imposible predecir qué microorganismo causa una infección, excepto si se realiza un cultivo, algunos microorganismos son más frecuentes que otros. Por ejemplo, la mayoría de las infecciones del tracto urinario (ITU) están ocasionadas por el Escherichia coli. Por este motivo, el médico seleccionará un antibiótico en base al patrón habitual de las pruebas de susceptibilidad para este microorganismo, y este antibiótico será efectivo en la mayoría de las ocasiones.

Por otra parte, hay infecciones graves que pueden poner en peligro la vida del individuo, como sería el caso de la meningitis, que deben tratarse inmediatamente, sin esperar a obtener los resultados del cultivo. También puede darse el caso de no realizar ningún cultivo porque el foco infeccioso resulta inalcanzable y no permite obtener ninguna muestra (como sería el caso de una otitis media - infección del oído) o porque resulta muy difícil conseguir aislar y separar el microorganismo patógeno del resto de flora de la muestra (como por ejemplo, en la neumonía adquirida en la comunidad). En estos casos, el médico instaura un tratamiento que será eficaz frente a la mayor parte de microorganismos causantes de estas infecciones.

¿Por qué los microorganismos se vuelven resistentes a los fármacos?

La resistencia puede ser innata (natural) o adquirida. La resistencia natural forma parte de las características físicas del microorganismo. Debido a que los microorganismos se multiplican muy rápidamente, dan lugar a muchas generaciones en períodos de tiempo muy cortos. Siempre existe la posibilidad de que la resistencia antimicrobiana aparezca por un cambio (mutación) genético. Si esta mutación supone para el microorganismo mayor supervivencia, la mutación pasará a las generaciones subsiguientes.

La resistencia adquirida se desarrolla a través de un proceso de selección. Cuando se trata a un individuo con un agente antimicrobiano, los microorganismos más sensibles son los que mueren primero. Si se interrumpe el tratamiento antes de que se haya conseguido matar a todos los microorganismos, los que sobreviven pueden desarrollar resistencia al antimicrobiano en cuestión. Así cuando vuelvan a verse expuestos a la acción del mismo agente antimicrobiano, este puede resultar inefectivo, ya que el microorganismo y su descendencia recuerdan la resistencia anteriormente desarrollada frente al fármaco.

La resistencia también puede aparecer cuando los microorganismos resistentes comparten su material genético con otros que todavía no lo son. Esta es una situación relativamente frecuente en el entorno sanitario, en el que se trata a muchos individuos. Por ejemplo, algunas cepas resistentes de bacterias como el MRSA (Staphylococcus aureus resistente a la meticilina) han generado durante décadas problemas en los hospitales y son cada vez más frecuentes en la comunidad.

Cuando una bacteria desarrolla una resistencia, sea cual sea la razón, esta bacteria resistente puede propagarse a otros individuos de la comunidad. Una vez que una cepa bacteriana ya es resistente a uno o más fármacos antimicrobianos, la única solución consiste en inhibir su diseminación e intentar hallar otro fármaco que pueda eliminarla. Los agentes antimicrobianos de segunda o tercera elección son a menudo más caros y se asocian a más efectos indeseables. Esto supone un reto, ya que los microorganismos desarrollan resistencias más rápidamente de lo que se tarda en desarrollar nuevos fármacos.

¿Existe alguna otra manera de estudiar las resistencias a fármacos?

Existen métodos moleculares que permiten analizar las resistencias mediante la detección de cambios (mutaciones) en el material genético del microorganismo; estas mutaciones le permiten crecer en presencia de ciertos agentes antimicrobianos. El MRSA (Staphylococcus aureus resistente a la meticilina) contiene el gen mecA que le confiere resistencia a los antibióticos meticilina, oxacilina, nafcilina y dicloxacilina. La detección del gen mecA por métodos moleculares permite una rápida detección de MRSA antes incluso de cultivar la bacteria. En el hospital se aísla de los otros pacientes al individuo que presenta este microorganismo en la vía nasal, para impedir la transmisión del estafilococo resistente a otras personas.

La prueba de la beta-lactamasa es otro ejemplo del estudio de resistencias. La beta-lactamasa es una enzima producida por algunas bacterias que hace que la penicilina no sea efectiva. Esta prueba puede emplearse para saber si la bacteria produce esta enzima y por lo tanto es resistente a la penicilina y a fármacos similares. Esta prueba no se realiza con mucha frecuencia, aunque resulta interesante en el caso del Haemophilus influenzae y bacterias anaerobias.

Enlaces

Pruebas relacionadas:

Urocultivo

Hemocultivo

Cultivo de heridas

Cultivo de micobacterias

Cultivo faringoamigdalar

Cultivo de esputo

Cultivo de heces

Cribado de SARM

Hongos

Tinción de Gram

Análisis de líquidos biológicos

Análisis del líquido pleural

Análisis del líquido peritoneal

Análisis del líquido pericárdico

Análisis del líquido sinovial

Análisis del líquido cefalorraquídeo

Estados fisiológicos y enfermedades:

Infección del tracto urinario

Infección por Staphylococus Aureus meticilín resistente (MRSA) e infección de heridas por estafilococo

Infecciones de piel y heridas

Infecciones por hongos

Tuberculosis

Micobacterias no tuberculosas

Neumonía

Meningitis y encefalitis

Sepsis

Artritis séptica

En otras webs:

Medline: Prueba de sensibilidad a los antibióticos

Manual MSD: Pruebas de sensibilidad o antibiogramas                    


También conocido como:
HSV-1, HSV-2, HHV1, HHV2, VHS, herpes oral, herpes labial, herpes genital
Nombre sistemático: virus del herpes simple tipo 1 y tipo 2

Aspectos generales
¿Por qué hacer el análisis?
Para hacer un cribado o un diagnóstico de la infección por el virus del herpes simple (VHS).                  

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