10/07/2016
- Se sabe desde hace tiempo que la vitamina D está asociada a la salud ósea. Esta vitamina es la encargada de regular la absorción de calcio por los huesos, por lo que ejerce un papel fundamental en el desarrollo del sistema esquelético.
- Debido a su importante papel en el metabolismo óseo, la deficiencia de vitamina D en niños retarda el crecimiento y conduce al raquitismo. En adultos, desencadena y agudiza la osteopenia, osteoporosis y consecuentemente, aumenta el riesgo de fracturas en adultos. En pacientes con patología renal y enfermedad gastrointestinal, la deficiencia de vitamina D está frecuentemente presente.
- Hay receptores de vitamina D en la mayoría de células del organismo: miocitos, cardiomiocitos, células beta- pancreáticas, endoteliales, osteoblastos, células endoteliales, neuronas y células inmunitarias, etc. A través de la interacción con estas células, la vitamina D interviene en una gran variedad de vías metabólicas y procesos fisiológicos, por lo que actualmente se la considera una hormona con múltiples funciones.
- Las dos principales formas bioequivalentes de relevancia fisiológica son la vitamina D2 (ergocalciferol) y la vitamina D3 (colecalciferol).
- La vitamina D3 se sintetiza en la piel por la conversión del 7-dehidrocolesterol en previtamina D3 durante la exposición a radiación ultravioleta B de la luz solar y es la principal fuente de vitamina D para los humanos. Existe también una fuente exógena de vitamina D (en este caso se trata de vitamina D2). Pocos alimentos contienen vitamina D2 de forma natural. Entre estos destacan los pescados grasos (salmón, caballa y arenque) y los aceites de pescado como el aceite de hígado de bacalao. Algunos alimentos se suplementan con vitamina D2 (leche y cereales).
- La determinación de la concentración sérica de vitamina D ha puesto de manifiesto que la deficiencia de vitamina D es una situación más prevalente de lo que se creía, incluyendo niños y adultos jóvenes. A nivel mundial, la prevalencia aumenta a medida que nos alejamos del ecuador, pero incluso en una misma latitud, diversos factores contribuyen a la disminución de la concentración sérica de vitamina D, tales como la edad, la obesidad, la hiperpigmentación de la piel y el empleo de protectores solares.
- Hace tiempo que se conoce la relación entre el déficit de vitamina D y el desarrollo de neoplasias comunes (cáncer de colon, próstata, mama, etc,). También se ha establecido la relación entre los niveles de vitamina D y el riesgo de otras enfermedades tales como la diabetes tipo I, la esclerosis múltiple y la hipertensión.
- En los últimos años se ha enfatizado la relación entre el déficit de vitamina D y el riesgo de eventos cardiovasculares (infarto de miocardio, enfermedad cardiaca congestiva, aterosclerosis, ictus y disfunción endotelial). Los estudios epidemiológicos señalan a la vitamina D como un factor de riesgo independiente de enfermedad cardiovascular. Esta vitamina está implicada en numerosos procesos metabólicos que pueden desencadenar y hacer progresar la arteriosclerosis en los vasos sanguíneos, y su deficiencia predispone a la hipertensión, la diabetes mellitus y al síndrome metabólico.
- La deficiencia de vitamina D es también común en las embarazadas y puede afectar tanto a la madre como al feto. Niveles bajos de vitamina D en la madre se han asociado con el desarrollo óseo del feto y posteriormente del niño. Se ha demostrado que la ingesta de vitamina D durante la gestación tiene relación con el peso del bebé al nacer. Adicionalmente, estudios observacionales sugieren que niveles bajos de vitamina D están asociados con enfermedades maternas como diabetes mellitus gestacional y preeclampsia.
- El aporte suplementario de vitamina D por motivos esqueléticos en personas mayores de 60 años está plenamente justificado y se emplea desde hace tiempo. También en pacientes con patología renal y enfermedades gastrointestinales. También se ha propuesto el tratamiento con suplementos de vitamina D como prevención de enfermedades no óseas, hay crecientes evidencias médicas que recomiendan el tratamiento en las embarazadas y pacientes con riesgo cardiovascular, aunque en este caso se requieren más estudios que lo abalen.