Habitualmente, a los niños se les realizan menos pruebas médicas que a los adultos, pero a veces precisan hacerse pruebas de laboratorio y entonces necesitan una mano amiga que les ayude a comprender el procedimiento. Una maduración afectiva puede ayudar al niño a enfrentarse con cualquier dolor físico o malestar, así como con el miedo, la ansiedad o las reacciones emocionales que se producen cuando se necesita recoger una muestra biológica. A continuación, comentaremos algunas recomendaciones para ayudar a los niños con estos procedimientos médicos, así como también algunos consejos para la recogida de muestras de sangre, orina, heces y el frotis faríngeo.
Preparar al niño: hay que explicarle con mucha tranquilidad cómo le recogerán la muestra y por qué se le hace la prueba, de este modo el niño tendrá tiempo para hacerse a la idea, antes de que se le realice la prueba.
Animarle a ensayar: en casa o en un espacio que sea cómodo para el niño, se le sugieren las diferentes formas para que pueda ensayar. El niño puede practicar en casa algunas técnicas o hacer una simulación con una muñeca o con un peluche, como si fueran un paciente.
Ayudarle al niño a poner las cosas en perspectiva: contarle la parte del procedimiento que el niño pueda encontrar abrumadora, o algo que el niño o su familiar no controlen; por ejemplo, explicarle que esto estará superado tan rápido como el tiempo que le cuesta subir las escaleras de casa, o en menos tiempo que el que cuesta cantar una canción.
Planificar una recompensa: decirle al niño que planificarás algo divertido para hacer juntos después de hacerse la prueba de laboratorio, esto puede ser útil para motivarle y distraerle.
Consejos para cada tipo de muestra
A continuación se describen algunas recomendaciones para ayudar a los niños, especificándolos según el tipo de muestra que se precisa recoger para el análisis.
Sangre
Como las venas de los niños son más pequeñas y la cantidad de sangre extraída debe ser cuidadosamente controlada, los pacientes pediátricos se tratan con un cuidado especial cuando se les debe extraer sangre. Habitualmente la extracción la realiza una enfermera con experiencia, ayudada a veces por una auxiliar. Para los niños mayores de 2 años, el lugar del cuerpo más usado para la extracción es una vena en la flexura del codo. Algunos consejos que pueden ayudar son:
Averiguar si el niño quiere participar: una de las cosas más básicas que puedes hacer es determinar si el niño quiere participar. Algunos niños quieren mirar; otros prefieren apartar la mirada. Si el niño no quiere mirar, puede enfocar su mente en otra cosa, como mirar un libro interesante que haya llevado consigo o cantar su canción favorita. Le puedes preguntar al niño ¿quieres ver cómo te saca sangre la enfermera o prefieres mirar este libro conmigo?
Practicar: sugerir al niño el modo de practicar previamente. Por ejemplo, el niño puede practicar sentándose quieto y tú le puedes revisar diciéndole “enséñame como te estás quieto, ahora enséñame como te mueves, ahora enséñame como te estas quieto de nuevo”. El practicar puede ayudarle al niño a integrar y controlar su cuerpo; incluso el niño puede estar orgulloso de demostrar su habilidad.
Prepararle para el “ay”: hay que decirle al niño que le dolerá un poquito, pero que se recuperará enseguida y luego el dolor desaparecerá. Antes de entrar en la sala, dile a quien verá (algunas personas con uniforme) y qué es lo que van a hacer, para que el niño tenga expectativas reales. Es correcto decirles a los niños que sacarse sangre es difícil, incluso para los niños más mayores, pero evitando convencerle con frases tales como “ser bueno” porque puede hacer que el niño se sienta avergonzado.
Estar con el niño: los padres habitualmente se animan para estar y ayudar al niño durante la extracción. Los padres pueden estar cara a cara con el niño, mientras el niño está tumbado, proporcionándole bienestar físico, distracción y asistencia, aunque dependiendo de la situación, en ocasiones es mejor que los padres esperen fuera.
Contar hasta tres y soplar el sentimiento lejos: soplar el sentimiento lejos es una técnica útil. La exhalación lenta ayuda a mantener las venas llenas y sueltas, lo cual facilita la extracción de la sangre. Ayuda al niño mental y físicamente. Permitirle al niño contar hasta tres o elegir alguien para que cuente (por ejemplo: los padres, la enfermera, la auxiliar) le proporciona más control al niño. El niño que cuenta es capaz de asegurar que está mentalmente preparado antes de decir el último número, y la enfermera tendrá menos tendencia a insertar la aguja prematuramente.
No esperar simplemente un pinchazo en el dedo: los padres, a veces cometen el error de decirle al niño que la prueba en sangre será simplemente un pinchazo en el dedo. La sorpresa de encontrarse algo diferente, puede poner nervioso al niño. La mayoría de las pruebas diagnósticas necesitan una muestra mayor, que se obtendrá de una vena, no de un capilar. Puedes preguntar si la prueba se puede hacer mediante un pinchazo en el dedo, pero es mejor que conozcas previamente el método que usarán, para darle al niño más seguridad.
Orina
Los niños se resisten a veces a la idea de recoger su orina en un bote, especialmente si esto es nuevo para ellos. Si necesitan ayuda para recoger la orina, lo pueden interpretar como una invasión de su privacidad, por lo que esta intervención podría ser inadecuada. La resistencia del niño puede prolongar el proceso de la recogida, creando estrés al niño y a los padres, por ello querrás preparar al niño y guiarle de una manera cómoda en el proceso de la recogida de la orina. El procedimiento no es doloroso, excepto si hay una infección o un sarpullido.
Algunas ideas para disminuir el estrés del momento serían:
Anticiparse: deberías preguntar, cuando cojas la cita para las pruebas analíticas, si tendrás que llevar una muestra de orina (por ejemplo: cuando se sospecha que haya una infección de orina o cuando se le solicita al niño para ingresar en una guardería o colegio). También necesitas saber si debes realizar una “recogida aséptica” (una muestra estéril), de modo que deberás preparar previamente al niño, limpiándole como te indiquen en las instrucciones que te proporcionen.
Practicar: deja que el niño practique. Si antes de ir a la consulta ya sabes que necesitarás recoger una muestra de orina, dedica algún tiempo la víspera para preparar al niño. Pregúntale al niño si quiere hacer esta broma: dejar salir un poco de orina en el inodoro, parar de orinar y luego seguir orinando. Explícale que le dirán que haga esto en el hospital o en el centro de salud.
Aumentar su nivel de confort: explícale que las personas más mayores también deben recoger así la orina cuando el médico se lo solicita, o que incluso las madres también necesitan limpiarse cuando se les pide que recojan una muestra estéril. Coméntale que el procedimiento es normal y que no es difícil.
Acabar de beber: animar al niño a beber agua antes de ir a la consulta puede ayudarle a orinar cuando tenga que recoger la muestra de orina.
Simplificar: pregunta qué suministros asequibles hay para hacer la recogida lo más fácil posible. Un recipiente colocado en el baño, como una bacinilla, puede ser más sencillo y familiar para el niño que recoger la orina en una copa.
Hacer frente al dolor: si el acto de orinar es doloroso, debido a una infección o un sarpullido, hay varias estrategias. Una es sugerirle al niño que “sople fuera los sentimientos” exhalando el aire justo cuando la orina empieza a salir. Explicar esta idea previamente le proporciona tiempo al niño para practicar. También le puedes decir que se concentre en otra parte del cuerpo, por ejemplo, sintiendo la mano de tus padres en la frente. Unas gotas de agua fría en la parte irritada, justo cuando el niño empieza a orinar puede ser relajante (pero esto no se puede hacer si se precisa una muestra estéril).
Abrir el grifo: el sonido del agua al correr puede ayudarle al niño a empezar a orinar.
Ser comprensivo: para un adolescente puede ser embarazoso tener que transportar una muestra de orina a través de las salas, puedes llevarla en una bolsa o cualquier otro dispositivo de camuflaje.
Hacerlo interesante: si la prueba consiste en medir la albúmina o la proteína en la orina, explícale al niño que la enfermera meterá una tira de papel especial en la orina y que cambiará de color. Pregúntale al niño para que adivine de qué color se pondrá la tira y pregúntale a la enfermera si el niño puede mirar como mete la tira en la orina. O dile al niño que adivine cual será el color de la orina en la copa: amarillo dorado, amarillo pálido, claro, etc…
Heces
A la mayoría de los niños más mayores, les “repugna” la sugerencia de que tengan que dar una muestra de heces para realizarle una prueba, aunque puedan hacerlo en la intimidad de su cuarto de baño. Afortunadamente, las muestras de heces no se solicitan con mucha frecuencia a los niños.
Excepto para los bebés, a los que se les puede recoger la muestra del pañal, el procedimiento es el mismo que para el adulto. Sin embargo, el niño posiblemente necesitará a un adulto para explicarle de manera fácil cómo deberá recoger la muestra para meterla en un recipiente adecuado y transportarla al hospital o al centro de salud.
Algunas ideas para hacer más fácil la recogida de la muestra serían:
Reconocer la vergüenza: reconocer esta reticencia del niño diciéndole por ejemplo “sé que te da vergüenza. También le daría vergüenza a una persona más mayor si lo tuviera que hacer, pero necesitamos esta muestra porque…”. Una frase como esta le proporciona al niño permiso para expresar sus sentimientos y estar más cómodo aceptando que necesita ayuda en esta situación.
Simplificar: colocar holgadamente una hoja de plástico sobre la taza del inodoro, pero debajo del asiento del mismo, le permite al niño actuar con normalidad para evacuar las heces. El niño puede llamar al adulto para que quite el plástico y la muestra antes de emitir la orina o echar papel higiénico en la taza del inodoro. Colocar una bacinilla debajo del inodoro, puede ser también muy efectivo. Un niño más joven puede simplemente usar un orinal con su propio recipiente de recogida de la muestra. La mayoría de las ocasiones no necesitas preocuparte con respecto a que las heces estén contaminadas con la orina.
Frotis faríngeo
Los frotis faríngeos pueden asustar al niño, pero no necesitan ser traumáticos. El procedimiento produce solamente un momento de disconfort (el reflejo de náuseas) cuando el hisopo entra en contacto con la faringe. Explicarle el procedimiento al niño y darle algún método para controlar o manejar la situación le puede ayudar, hacerle comprender el momento y también que lo conozca para la próxima vez.
Los frotis faríngeos pueden ser un reto, porque debes tener la confianza del niño. El niño que es miedoso y no confía en la enfermera puede negarse a abrir la boca, lo que aumenta el estrés y la ansiedad de todos en la sala. El encuentro es más difícil si el niño tiene una mala experiencia previa. Quizás la otra vez se le tuvo que sujetar o se le introdujo el depresor en la boca a la fuerza. Es más difícil para el niño confiar en el personal sanitario después de un incidente en el que se sintió forzado.
Para darle facilidades al niño, intenta enseñarle el hisopo, dándole uno para que lo coja y lo toque, explicándole que el hisopo se le introducirá en la boca para cogerle una muestra de la garganta, diciéndole que es similar a los bastoncillos de algodón que tiene en casa.
Los profesionales sanitarios pueden tener otras técnicas que consideran útiles, como tener al niño con la boca abierta y decirle que grite una vez con fuerza. El grito hace bajar la lengua, eliminando la necesidad de usar el depresor, y se puede meter el hisopo y sacarlo.
Si le avisas previamente de que será un momento difícil, pregúntale qué pasos puedes seguir para evitarle que tenga que agobiarse y así crear una situación que no le intimide al niño.
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